Los valores en la educación.
La Utopía: Una Sociedad Altamente
Educada.
Las líneas que siguen pretenden ser consecuentes
con una visión de América Latina como
una sociedad altamente educada. Una sociedad altamente educada tiene que ser una sociedad equitativa.
La educación dentro de esa sociedad debe
ser equitativa. En un país como el nuestro, debe dejar de ser selectiva: actuar en el sentido de impedir que
sean razones de naturaleza socioeconómica
las que determinen la suerte educativa y
con ello la vida futura de los individuos.
Los hallazgos de las investigaciones que se
han venido realizando con los datos del
reciente estudio de PISA muestran con claridad que los sistemas educativos son capaces de mitigar los efectos
del origen socioeconómico de los alumnos.
Muestran además que no se contraponen la calidad y la equidad; más aún, de los seis países con mejores
resultados en PISA, cuatro de ellos tienen
sistemas educativos relativamente equitativos. Por el contrario, los
países con resultados inferiores a la
media reportan diferencias entre escuelas superiores a la media. Calidad y equidad se refuerzan mutuamente
y conducen a la verdadera excelencia:
altos resultados para todos.
De las dos funciones que el célebre documento
de CEPAL-UNESCO (1992) le asigna a la
educación (la de preparar para la competitividad económica y la de formar para la moderna ciudadanía), esta
perspectiva privilegia la segunda.
Sostiene
que una población participativa, profundamente democrática, crítica, organizada, respetuosa y defensora de los
derechos humanos, preocupada por la distribución de bienes y servicios y del beneficio
del desarrollo, será una población capaz incluso de juzgar críticamente el
rumbo del desarrollo económico, de
proponer vías de bienestar social, y de innovar desde lo productivo. La competitividad, como los propios organismos
lo reconocen, requiere una fuerte ciudadanía
y un país equitativo. No se trata de conformarnos con formar ciudadanos capaces de adaptarse a las nuevas
reglas del juego impuestas por la globalización;
debemos perseguir formar seres humanos capaces de desarrollar el pensamiento alternativo y de hacerlo
realidad.
En esta época y en el futuro que desde ahora
puede avizorarse, una sociedad altamente
educada lo es fundamentalmente en áreas que tocan de manera muy especial el
terreno de lo afectivo. Así, debe ser una población:
- Educada en el cuidado del medio
ambiente. Ello requiere desarrollar una profunda conciencia histórica que permita
comprender la trascendencia generacional
de los actos humanos. Educar para respetar el medio ambiente
necesariamente implica formar en valores. Respetar el medio ambiente implica entender que lo que hace
una generación se lo hereda a la
que sigue.
- Educada para el consumo inteligente,
moderado y crítico, tanto de los bienes
y servicios como de la información, cada vez más globalizada.
- Capaz de utilizar creativa y
productivamente su tiempo libre. Si la automatización ha de a conducir, más que
al desempleo a disponer de más
tiempo libre, entonces debemos educar para el servicio a la comunidad y
para el servicio a los demás.
- Con una fuerte identidad cultural y un
equilibrado espíritu de nacionalismo,
pero educada en el respeto y la valoración de la diversidad cultural
(Delors, 1996)4
.
- Educada en la democracia como forma de
gobierno, pero sobre todo como
forma de vida, lo que supone un desarrollo profundo de la responsabilidad social y política y del
espíritu crítico. Debe llegarse a internalizar la responsabilidad cívica
de participar en aquello que interesa a la persona, pero también en lo que
afecta a otros.
- Profundamente conocedora y respetuosa de
los derechos humanos, que valore la vida y la paz, formada en la
resolución no violenta de conflictos. La paz y la vigencia de un estado de
derecho respetuoso de los derechos humanos
requiere la formación en valores. Entender que la paz no es sólo la ausencia de guerra, sino que se
construye en la justicia; que los seres
humanos, por el hecho de serlo, tenemos derechos que han de ser respetados y activamente defendidos, supone
un proceso de desarrollo del juicio moral sistemático y profundo.
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